¿Te acuerdas de El Patio de mi Casa?

La pregunta es retórica. Por supuesto que te acuerdas. Además no ha pasado tanto desde su clausura, aunque parezcan siglos. El Patio de mi Casa es uno de esos lugares generacionalmente recordables, como también lo fueron El Nueve, Rockotitlán y tantos otros que nunca conocí. Llegué a El Patio en 2005, poco después de su inauguración. Vizcaínas no ha cambiado demasiado: aún hay que sortear ratas para cruzar de una banqueta a la otra. Eso me recuerda al señor que nos robó la caja con el dinero una vez que dimos un concierto del Colectivo Cats; las ratas le impidieron correr demasiado aprisa, y por eso fue fácil atraparlo. Esa noche cobramos 10 pesos de cover, y con lo que juntamos pudimos pagarle a Rafa por habernos producido “Yo Vivo Sobre Tlalpan”. El “concierto” consistió en esa única canción. Karla Miranda, la legendaria co propietaria, nos permitía hacer lo que quisiéramos. A nosotros y a todo el mundo; ¿quién no tocó alguna vez en El Patio de mi Casa? Por cierto que hace un par de años la busqué para comprarle el neón con forma de la virgen de Guadalupe que duró un ratote en ese cuartito al fondo que delataba el uso original de este local: un banco, y elegante a juzgar por el techo. Al final no lo compré, pero tengo varias fotos, tanto de la virgen como de algunas situaciones que era común ver ahí. Hace un momento mencioné a Rafa, quien mezcló en El Patio, solo y con amigos, infinidad de veces. Me costaría trabajo deslindar su recuerdo de los que tengo de este entrañable bar. También evoco con cariño presentaciones de Afrodita y de Post Pastel y una de Mono Mono en la que terminamos tardísimo y llenos de espuma. Entonces era común seguirla en un Sanborns para desayunar. ¿Era El Patio un after del Pasagüero y del Centro Cultural de España, un tugurio para amigos del Myspace, una salita de conciertos, un bar gay, un efectivo colador para los escenosos más fresas? Para mí es el único bar que he considerado propio hasta la fecha; sus paredes son un disco duro de abrazos, sonrisas y cervezas. Lo último que supe fue a través del Myspace, lo habrá escrito Karla: “Queridísimos reventadotes, por cuestiones de varo, papeleos, delegaciones, fundaciones y todo lo que termina en jodones, El Patio estará de recreo en Playa del Carmen unos meses (…)”. Y yo sigo esperando, desde diciembre de 2007. El garage de Vizcaínas 22 continúa vacío y yo extraño a esos amigos que no he vuelto a ver desde que cerraron El Patio de mi Casa. ¿Se habrán ido a Playa? No lo dudo ni tantito.

Publicado en la columna Sic transit gloria noctis de la edición de septiembre de 2010 de la revista Dónde Ir.