Cinco cosas que aprendí de mi hermana Nena este fin de semana

1. Que si te suenas la nariz después de usar rímel azul, los mocos salen del mismo color.
2. Que las mujeres altas se ven mejor con botas sin tacón.
3. Que no hay que apretarse las agujetas tanto.
4. Que el nuevo disco de Depeche Mode suena... ochentero.
5. Que siempre hay esperanza.


Me parece que si las personas no fuéramos únicas e irrepetibles, todos tendríamos más oportunidades.

Wilma en Cancún

Raindrops keep falling

Después de todo, llevo alrededor de dos años convaleciendo. Paliando el dolor con crema de cacahuate, ambición y aventuras. Debo ser franco: quizá empecé hace más. Es decir, ahora mismo. Y es que tanto maní sólo me ha encorvado. Además, la ambición no deja de angustiarme. ¿Y qué decir de las aventuras? Riesgos en realidad (aunque también muy buenas señales). Lejos estoy de un verdadero cambio de horario.


¿Qué puede haber detrás de una mirada así? ¿Deseo, sufrimiento y todos esos sentimientos inclasificables? Para mí, hay unas vacaciones. Farewell to them. To all in them.

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Ometusco 18

















¿Hay vida en el condominio Insurgentes?













Drag Killers en el Galaxie







Lost in transportation

O Perdidos en Tepito. O bueno, perdido, porque iba yo solo. La idea era encontrar un edificio en Donceles. La inspección comenzó a las seis de la tarde. Tres horas después, el que escribe buscaba con desesperación la manera de salir del barrio más bravo del centro histórico. A continuación, el relato.



Luego de visitar el oscurísimo UTA y de estar presente, sin planearlo, en una conferencia sobre los derechos de la mujer, en el ultra hip Centro Cultural España, decidí caminar por Moneda, sin rumbo. El atardecer inspiraba. Y también transpiraba.



Llegué a Cinco de Mayo. Me metí al café La Blanca. Cené, leí y me entretuve tomando algunas fotos.





Entonces, cual Alicia antes de entrar en el país de las maravillas, me propuse seguir a un cojo que salía de ahí y cuya vida despertó mi más inocuo y ocioso morbo. Me apresuré, pues, a pagar y empecé a caminar tras él. En Motolinía y la calle del Museo Nacional, comencé a desesperarme por la lentitud de mi liebre y preferí rebasarlo y andar hacia el Eje central, con dirección a Garibaldi. Descubrí, entre otras cosas, que Ignacio Altamirano tuvo su casa en donde ahora está fincado un famoso y gigantesco Sanborns. También se me reveló la existencia de solitarios callejones detrás de tan celebrada plaza. Temerario, continué mi marcha por aquellos rumbos, desembocando en República de noséqué. Ahí, giré en República de quiénsabequé y hallé este letrero.



Capté de pronto que me encontraba en Tepito. A oscuras. Rodeado de callecitas solitarias, virgencitas Lupitas, vecindades de neón y jabón Foca, y marchantas que cambiaban de banqueta cuando me veían de frente. Caminé por siglos y en círculos. Caguameros y ambulantes empezaban a gritarme. Yo subía el volumen de mi iPod para no escucharlos. Me concentraba en el café con leche que había bebido en La Blanca. Así, llegué al Eje 1 norte y alcé el brazo. Una de las salidas del metro La Merced se postraba frente a mí, representando una esperanza. Un taxi, con una bandera de la Chivas, me sacó de ahí.



Enseguida, algunas de las frases más notables de mi salvador.

"Las personas de tu, ¿cómo decirlo?, de tu clase no andan mucho por acá".
"Ahorita, a una cuadra de donde te levanté, me tocó ver cómo ejecutaban a un güey en un Jetta".
"¿Dónde queda Insurgentes? No ubico esa calle".

George the revelator

Ayer salió en México el enésimo álbum de mi grupo favorito. Hasta el momento, sólo he escuchado "Precious", "A Pain That I'm Used To" y "John The Revelator". Las tres me han gustado mucho, especialmente esta última, que contiene los elementos esenciales de toda canción gloriosa de Depeche Mode: acordes menores, una voz potente y a punto de rasgarse, sintetizadores estruendosos, un riff primitivo, tema bíblico, un tempo allegretto, soniditos digitales y ese ligero espíritu gospel que conocemos de sobra. He leído y escuchado que Playing the angel (Sire, 2005) es el disco más oscuro que ha entregado el conjunto de Basildon desde Black Celebration (Sire, 1986). Que a mí me basten el sufrimiento y la excitación.
Luego de contemplar con entusiasmo la primera carta, la del mago, me inscribí en un club, me bañé y tomé un taxi rumbo a Santa Fe. Ahí pude conocer el programa de la gira que hizo Depeche Mode a finales del decenio antepasado y saber que la mezclilla no es bienvenida en Desarrollo Villahermosa. También saludé a alguien que reconocí. Después, me subí a otro taxi y ahora estoy en mi casa, preparando una entrevista con alguien a quien no conozco y escuchando el EP de Zoé. Amo este período de transición.
¿Qué es peor? ¿Escuchar a Andrea Legarreta diciendo "las mujeres altas tienen más GQ, o sea que son más inteligentes" o ver un anuncio que ofrece un ringtone de reaggeton distinto cada día?

Lo que más hice fue escribir y regresar a mi casa

Jodorowsky recomienda repasar los sucesos del día de principio a fin y luego al revés, y como yo todo lo tomo literal, a continuación los torturo con la relación de mi fin de semana. El propósito es terapéutico y egoísta.

No vine a la oficina, estuve ahí, me sentí bien, me dejaron tarea, desayuné, platiqué con el vecino, escribí, me dormí, cobré un cheque, saludé a Judith en el periódico, visité a Laura en su casa, conocí a su amiga, platiqué con su marido, comí milanesa ahí, regresé a mi casa, escribí, esperé, fui al concierto de Nouvelle Vague, lo odié, continué en las cantinas, dormí, desperté, arreglé la casa, deposité el cheque, escribí, estuve ahí, aprendí, me sentí satisfecho, regresé a la casa, llegaron las visitas, llegaron más visitas y aún más, fiesta hubo, alcohol también, fuimos al table, pero no nos dejaron entrar gratis, regresamos a la casa, dormí, desayuné en los Frutos prohibidos, regresé a la casa, hablé por teléfono con Jaime y con mi hermana, escribí, escribí, escribí, platiqué con Gina, Bárbara y Rodrigo, fui al Illy de Michoacán, regresé a la casa, escribí, escribí, escribí, vi la tele y dormí.

Dormí, vi la tele, escribí, escribí, escribí, regresé a la casa, fui al Illy de Michoacán, platiqué con Gina, Bárbara y Rodrigo, escribí, escribí, escribí, hablé por teléfono con Jaime y con mi hermana, regresé a la casa, desayuné en los Frutos prohibidos, dormí, regresamos a la casa, fuimos al table, pero no nos dejaron entrar gratis, fiesta hubo, alcohol también, llegaron las visitas, llegaron más visitas y aún más, regresé a la casa, me sentí satisfecho, aprendí, estuve ahí, escribí, deposité el cheque, arreglé la casa, desperté, dormí, continué en las cantinas, lo odié, fui al concierto de Nouvelle Vague, esperé, escribí, regresé a mi casa, comí milanesa ahí, platiqué con su marido, conocí a su amiga, visité a Laura en su casa, saludé a Judith en el periódico, cobré un cheque, me dormí, escribí, platiqué con el vecino, desayuné, me dejaron tarea, me sentí bien, estuve ahí, no vine a la oficina.