Nieve, nieve y mas nieve (sin acentos)

Una tormenta de nieve no iba a impedir que conociera uno de los mejores restaurantes arabes de Jerusalen. Asi que por fin sali de la ciudad vieja, por la puerta de Damasco, y me interne en la parte este de la capital de Israel. Se trata de una zona super arabe y con un aspecto casi suburbano. Tarde como media hora en llegar al Philadelphia, pero al final valio la pena. Tanta nieve, viento y frio no ensombrecieron mis brochetas de cordero, el tahini y ese postre con pistaches de cuyo nombre nunca puedo acordarme. Un par de horas antes, estuve en la iglesia del santo sepulcro y ya. Eso es todo por hoy. Son las cinco de la tarde y yo ya estoy en el hospicio, en pijama, listo para leer y leer sobre los hebreos y su idioma durante horas y horas.