Paseos románticos

Paseos románticos by jorgepedrouribe

Paseo del Río, en Chimalistac. Camino silencioso, empedrado, arbolado. Llaman la atención los puentes de piedra construidos en el siglo XVII. Se trata de la calle principal de una zona estrictamente habitacional. No hay que perderse el atrio de la parroquia de San Sebastián Mártir ni el Parque de la Bombilla. 

Centro Cultural Helénico, en Guadalupe Inn. Está en Revolución 1500, no muy lejos de Altavista. Además de los teatros destacan el claustro y la capilla gótica del siglo XIII. Es el edificio no mesoamericano más viejo de México. Lo trajo piedra por piedra el coleccionista Nicolás González Jáuregui, quien en 1954 se interesó por estas ruinas en Manhattan que pertenecieron al magnate William Hearst. Las tallas en roble son asombrosas.

Parque Masayoshi Ohira, en la colonia Country Club. También conocido como el parque de la pagoda, debido a su diseño japonés. Está a una cuadra de los Estudios Churubusco. Los puentes sobre los pequeños lagos resultan muy buenos para el romance.

Rotonda de las Personas Ilustres, en el Panteón Dolores. Aunque cueste creerlo, debido a su cercanía con Constituyentes, se trata de un lugar sin ruido, con mucho pasto. El diseño de las tumbas hace alusión a la obra de las personalidades enterradas aquí.

El Jardín de los Arcángeles, en San Ángel
. Las tres bancas de cantera que conforman esta plaza triangular de 30 metros permiten a las parejas un espacio a solas, entre bugambilias y eucaliptos, y frente a la primera y segunda cerradas de Frontera. Su nombre oficial es Plaza del Orgullo Cívico. La construyó en 1969 un arquitecto alemán que escribió lo siguiente en una de las rocas: "Vale más la gracia de la imperfección que la imperfección sin gracia".

Avenida Peralvillo, en la colonia Morelos. Deteriorada como casi todas las calles de la capital, pero hermosísima si se cuenta con la sensibilidad necesaria. Hay que empezar en el eje Rayón y terminar en el templo de Santa Ana, en donde se conserva la pila bautismal de Juan Diego, que originalmente estaba en Tlatelolco. De camino se encuentran la tienda de ropa y zapatos para pachucos y rumberas y la Galería José María Velasco. Descubrir nuevos rumbos siempre será una buena idea para el romance. 

Hacienda de Santa Mónica, en Tlalnepantla. Está por Mundo E. Su origen se remotan al siglo XVI. Fue una de las más importantes durante el XIX. La compró Antonio Haghenbeck y de la Lama, que también era propietario de la Casa de la Bola, en Tacubaya, que es otro lugar muy romántico, sobre todo por los jardines.

Jardín Botánico, en Ciudad Universitaria. Por una parte está el invernadero Faustino Miranda, a un lado del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas, que fue inaugurado en 1954, y por el otro el Manuel Ruiz Oronoz, al Suroeste de Ciudad Universitaria. En ambos es posible apreciar la vegetación de selvas mexicanas, así como orquídeas, palmas, anturios y más. En el segundo invernadero hay una banca para dos personas rodeada de vegetación desde la cual se escucha el agradable correr del agua. sobre todo trigo. 

Calzada de los Misterios, en la delegación Gustavo A. Madero. Sólo para aventureros. El recorrido puede iniciar en el edificio de la Fundación Mier y Pesado, uno de los baluartes del art decó en México, y terminar por supuesto en la Basílica de Guadalupe. Se trata de un paseo muy antiguo, anterior a la llegada de los españoles, en el que la arquitectura de los misterios o humilladeros y la devoción de los peregrinos resultan cautivadores. 

Parque Lincoln, en Polanco. Su torre del reloj y el estilo californiano de las bancas lo hacen un parque impecable, bonito. Fue inaugurado en 1966 por el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson.