Cuánto dolor en la ciudad. Ni Cuauhtémoc ni nadie en el Valle de Anáhuac se encuentra en un lecho de rosas. En la imagen un vendedor de películas piratas conversa con un vagabundo que reposa su espalda contra el piso afuera del metro Juanacatlán. Da la impresión de que se conocen. Yo espero a un amigo para cenar en la pequeña colonia a los pies del Bosque de Chapultepec que conserva dos iglesias, un árbol bendito de acuerdo con una leyenda, un restaurante con leones enjaulados, un ashram y la Embajada Rusa que por años funcionó como residencia de la condesa de Miravalle –emparentada, por cierto, con Cuauhtémoc–, y otros atractivos que ya no existen. Llama la atención que una calle ostente el nombre del Gran Maestro de la primera logia yorkina en México, en 1825: Ignacio Esteva.
|