Al Nororiente del Lago de Texcoco, no muy lejos de México-Tenochtitlan, se encuentra esta zona altamente sísmica de la delegación Venunstiano Carranza, a un lado de la terminal uno del aeropuerto, en la que cada cinco de mayo se celebra desde hace décadas una representación de la Batalla de Puebla que más bien parece una fiesta de disfraces, cerveza y armas. Los que van de zacapoaxtlas se pintan el rostro de negro, los franceses usan un uniforme rojo y azul. La simulación de la batalla es violenta, asombrosa. De esta colonia que recién conocí –tenía años con las ganas– permanecen en mi corazón la iglesia ortodoxa, el templo católico del siglo XVII, los baños medicinales que se usan desde la época prehispánica, las calles con nombres de estados de la República y sobre todo lo difícil que fue quitarme la grasa de la cara. Las fotos desde acá.
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