Para aliviar el calorón del domingo me detuve en una cantina en cuya entrada hay una figura de la Santa Muerte y enfrente otra de San Judas Tadeo. Había cinco o seis señores en la barra y estos jóvenes parroquianos en la mesa de junto. La idea era beber una cerveza, pero después de varias canciones de la rockola me tomé tres. Se trata de La Potosina, en la esquina de Emiliano Zapata –antes Callejón del Amor de Dios– y Jesús María, es decir en el corazón del área que funcionó como barrio universitario por siglos, y judería a principios del XX. Los aztecas llamaban a la zona, una de las más pobres de Tenochtitlan, Atzacoalco. Esta cantina tradicional del Centro abrió sus puertas en 1890.
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