"Dos lagunas ocupan casi todo el valle; la una salada, la otra dulce. Sus aguas se mezclan con ritmos de marea, en el estrecho formado por las sierras circundantes y un espinazo de montañas que parte del centro. En mitad de la laguna salada se asienta la metrópoli, como una inmensa flor de piedra, comunicada a tierra firme por cuatro puertas y tres calzadas, anchas de dos lanzas jinetas (...) Agrúpanse los edificios en masas cúbicas; la piedra está llena de labores, de grecas. Las casas de los señores tienen vergeles en los pisos altos y bajos, y un terrado por donde pudieran correr cañas hasta 30 hombres a caballo. Las calles resultan cortadas, a trechos, por canales. Sobre los canales saltan unos puentes (...) El pueblo se atavía con brillo porque está a la vista de un grande emperador (...)"
Fuente: Visión de Anáhuac (FCE, 2005) de Alfonso Reyes.
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