El Kotel


Dorian me pregunta por alguna emoción especial en Jerusalén. Improviso una apología de larga duración en plena taquería. Mi respuesta concreta: la sensación súper especial en el muro occidental durante el recibimiento del Shabat con rezos, cantos y bailes. Regresé esa noche para tomar la foto. Había sólo una persona.