"El sambenito que vestía el común de los penitenciados era un saco encarnado con una cruz aspada o de San Andrés. La especie de mitra que llevaban en la cabeza los reos se llamaba coroza; era un gorro de papel engrudado, terminado a veces en punta como cucurucho, de más de una vara de alto, con llamas, culebras o demonios pintados, según la categoría del reo. Llevaban también rosarios y velas amarillas o verdes, encendidas los reconciliados y apagadas los impenitentes, y cuando eran blasfemos se les ponían mordazas. Con el tiempo aquellas insignias afrentosas se vieron con indiferencia, como cualquier vestido, y en México dieron margen a una anécdota curiosa que relata Motolinía en Historia de los Indios de Nueva España: 'Sucedió que un reconciliado andaba por las calles de la ciudad y como traía Sambenito, viendo los indios que era nuevo traje de ropa, pensó uno que los españoles usaban aquella ropa por devoción en la cuaresma, y luego fuese a su casa e hizo sus sambenitos muy bien hechos y muy pintados, y sale por México a vender su ropa entre los españoles, y decía en lengua de indios: Tic cohuaznequi sambenito, que quiere decir: ¿Quieres comprar sambenito?. Fue la cosa tan reída por toda la tierra, que creo que llegó a España, y en México quedó como refrán: Ti que quis benito'."
México Viejo. Luis González Obregón. Manuel Porrúa. 1976.
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