Las orejas al lobo
Este es el yayo, con su padre de ojos glaucos y madre de origen granadino (aunque no gitano, como ha dicho la yaya). Alguna vez salvó mi vida en una playa de Málaga, cuando una ola me arrastró hacia África. Yo no paraba de llorar y él repetía: "¡A que le viste las orejas al lobo!". Yo tendría uno o dos años. Él murió poco después. El otro día mi mamá contó esta anécdota durante una comida de Rosh Hashaná bastante sui generis y bonita. Entonces recordé un sueño en el que el yayo y yo nos conocíamos cerca del mar.
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