Reginazo

Otoño de 2006. Alguien se había ido a una boda en Suiza, otro seguía en un pueblo de Michoacán y una persona más vivía en Nueva York. En esa coyuntura decidimos reunirnos Xavier, Dhyana y yo para quejarnos sobre nuevas penas. Entonces los tres pasábamos por un momento, digamos, sensible. Y como yo recién había descubierto y amado el Hayastán, en Regina 18, propuse que nos viéramos ahí. Qué rumbo tan oscuro, peligroso y difícil (ahora está muy cambiado). Pero aceptaron. Cenamos comida del Medio Oriente, bebimos cerveza Cosaco y adoptamos el término 'ladino' como uno de nuestros chistes locales más entrañables. Ya borrachitos divisamos a una multitud a unos cuantos metros de distancia. Era un evento de Casa Vecina, y la gente bebía sobre el Primer Callejón de Mesones. Ahí nos encontramos con un tipo a quien habíamos conocido en un after durante mi fiesta de cumpleaños. Creo que se llamaba Enrique. Y que se nos pega. Poco después los cuatro ubicamos otra fiesta, en un edificio de la acera de enfrente. Regina 51. Tocamos, y nos dejaron entrar. Era una galería. Resulta que celebraban la apertura de una exposición, o algo así. Y había un gato y un atari y cucarachas de plástico y un montón de gente. Yo caí rendido ante la belleza de ese departamento de techos altos y balcones hermosos. Desde hace cuatro días vivo justo al lado, y los dueños de Galería 51 me comparten su internet inalámbrico mientras Telmex se encarga de mí. Es como un sueño que se hizo realidad, pero que continúa como sueño.