Todavía

Alguna vez pensé que me gustaría vivir en Mineral del Monte. Me parecía muy romántica la idea de sentir la niebla del monte por las mañanas, y mirar las estrellas desde mi ventana antes de quedarme dormido. Además, me daba ilusión pensar que desayunaría con frecuencia en el mercado, y que algunos fines de semana acamparía en Mineral del Chico. Además, la gastronomía de Hidalgo me vuelve loco. Usaría velas para iluminar mi casa, y estudiaría la Torá y el Corán en la placita principal. Haría ejercicio y oiría misa, de lunes a domingo. Y, por supuesto, también escribiría un montón, quizá sentado en el panteón inglés. Asimismo, trabajaría en una logia masónica pequeñita, y me emborracharía con los lugareños una o dos veces al mes. Qué cantinas tan bonitas tienen ahí. Para ser franco, todavía deseo vivir en Mineral del Monte.