Mollina

Según la tradición oral, la mitad de mi familia materna siempre ha vivido en Mollina. Por lo menos, desde los tiempos de los abuelos de los abuelos de mi yaya Carmen. La familia de mi yayo Pedro, por otra parte, proviene de Granada. (Respecto a él, sé que su papá, que tenía los ojos tan zarcos que parecían enteramente blancos, redactó una especie de auto biografía, por lo que los registros de esa rama familiar podrían ir algo más lejos.) ¿Acaso alguno de los antepasados de mi abuela habrá participado en la construcción del castillo árabe del Capiruzón?, ¿o será que los primeros García llegaron a este pueblito malagueño de 75 kilómetros cuadrados después de la Edad Media? ¿De dónde, en todo caso? Aunque si la familia materna de mi mamá siempre ha estado ahí, ¡qué vértigo me da pensar, entonces, en las pinturas neolíticas de la Cueva de las Goteras! Por alguna razón que se escapa a sí misma, hoy me entraron ganas de conocer a los 4,000 y pico habitantes de Mollina, entre los cuales hay un montón de parientes míos que jamás han pensado en mí ("mi bisabuelo fue 'Perico, el del Juez', el que se hizo rico al descubrir un cofre lleno de oro", tendría que decirles para que me reconocieran). Pero yo en ellos sí, y con eso me basta por ahora.

Hoy, mi mamá me escribió esto: "Antes de conocer los orígenes de la humanidad, debes conocer los de tu familia". Cuánta razón tiene. Mi viaje a Etiopía tendrá que posponerse.