Como un peregrino (sin acentos)

Ayer, poco antes de que empezara la noche, mis huesos temblaban. Primero pense que se trataba de la shekinah del muro occidental, que estaba frente a mi; despues crei que esto se debia al frio provocado por el hielo, aun derritiendose por toda la ciudad vieja; pero al final entendi que la causa era la emocion de ver a tantos judios cantando, bailando y orando al mismo tiempo. Apenas comenzaba el shabbat y yo ya tenia un nudo en la garganta. Nunca habia visto una ceremonia religiosa que fuera festiva. Despues de aquello, el catolicismo me parecio mas bien triste, o al menos poco gozoso. Pero el judaismo es distinto. Esa gente estaba celebrando la unidad frente a la presencia divina del muro. Todos iban muy arregladitos y mayormente de negro. Admito que derrame algunas lagrimas y que me fui de ahi muy contento de comprobar que una devocion conciente (y no manipulada y baratona como, por ejemplo, la del cristianismo) es capaz de ofrecerle esperanza, identidad y aun alegria a un monton de personas. Asi que me fui a celebrar solillo a la taverna armenia que esta cerca de la puerta de Jafa. Cene un estofado de carne con papas, verduras y yogurt, y bebi cerveza palestina y cognac armenio. De postre, por supuesto, algunas baklavas (hojaldre, pistaches, nueces y miel, mmm). Como mi unica compania aqui es mi bitacora, me puse a escribir y fue asi que descubri que este viaje ha sido, en realidad, un peregrinaje. Despues de reflexionar un ratote sobre esto, sali de la tarverna y compre ceramica en un local cercano. Finalmente, regrese al hospicio de las hermanas de Zion a leer los primeros tres capitulos del Bereshit de mi Torah nueva. Me dormi a las nueve. Hoy fui al museo de Israel, recorri la mitad de la muralla de la ciudad vieja y compre algunas cosas cerca de la puerta de Damasco. Las caballerizas de Salomon estaban cerradas, asi que ya voy de regreso al hospicio a descansar un poco para despues terminar mi dia en algun kahwa (cafeteria arabe) de la calle El Wad. Manana salgo de Jerusalen, como un peregrino, en busca de los edificios Bauhaus de Tel Aviv. Mis piernas tiemblan otra vez.