Ayer fui a ver a Jaime Maussan

Estaba sentado a pocos metros de la araña que engalana el teatro donde hace 89 años se firmó la Convención Revolucionaria de este país. Hacía calor y me daba vergüenza que alguien me reconociera (aunque supongo que era difícil ser visto en la parte más alta del edificio). Ya habían sido anunciadas las dos primeras llamadas, y en la pantalla del escenario se proyectaba el videoclip de Men In Black, je. Pocos minutos más tarde, Jaime Maussan aparecía, con un saco morado, anunciando vehemente el contenido de su conferencia. Todos aplaudimos.

120 pesos costaba el boleto más barato, pero yo no tuve que desembolsar excepto lo necesario para comprar un refresco, pues fui merecedor de una cortesía para asistir a tan exitoso evento. ¿Cómo iba a desperdiciar semejante oportunidad? En todo caso, a caballo regalado, no se le ve el dentado, dicen. Fui, vi y me aburrí. Confieso la curiosidad que el acontecimiento me provocó en un principio, pero eventualmente me di cuenta que lo que sentía era más bien morbo. Por la gente interesada en el espectáculo, y no tanto por el predecible contenido de la charla.

"No tienen que creer en esto, pero sí tomarlo en cuenta" concluía el autor de www.losovnis.tv luego de anunciar la fecha del fin del mundo (12/12/03), deducida a partir de unos caracteres en hebreo antiguo que aparecieron en las faldas del Ixtazíhuatl (o como se escriba). Después, mostró evidencias de la naturaleza extraterrestre de los "agrogramas", y hasta tradujo un mensaje codificado en un lenguaje del espacio. Estuve "hasta el copetillo", como dice mi mamá, cuando ese tipo sin gusto para vestir exhibió imágenes de extraterrestres grabados en video. El señor Maussan terminó su conferencia, más cansado que yo —se le veía— con la frase "Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". Zzz.

¿Por qué toda esa gente atribuye un origen extraterrestre a fenómenos que ellosno pueden explicar? ¿Por qué tuvo que ser un marcianito antenudo quien diseño esas figuras en la campiña inglesa, y no un mortal ordinario, poseedor de una técnica desconocida por la mayoría? En fin.