Así se llama el señor de 81 años que me corta el pelo y la barba desde 2006 en su peluquería Nunca en domingo, en Fernando Montes De Oca casi esquina con Tamaulipas, en la Condesa. Luego de responder a mi saludo en la forma habitual –"pues acá, como la mamá del muerto"– solemos ponernos al corriente. Nos tenemos cariño. Me gusta su semblanza de la colonia después de casi 50 años de trabajar en ella: "Primero judíos, luego oficinas y restaurantes y ahora gays". Una vez me contó del accidente que sufrió la hermana del ex presidente José López Portillo hace 33 años muy cerca de su antigua peluquería en la calle de Amatlán, de cuando la avenida Juan Escutia tenía camellón y del asesinato de varias mujeres una noche en Veracruz 5, a pasos del Parque España. Con los ojos cerrados y embobado por sus historias le permito arreglarme el bigote a su manera. Al final me ofrece alcohol para el cutis irritado –"¿se lo unto o se lo toma?"–, le pago y nos damos un abrazo. Pero antes me cuenta su chiste favorito, sin falta. Resulta que unos invitados llegan a la casa de un matrimonio que no tiene comida para ofrecerles, así que deciden guisar al perico. El perico escucha, y contesta: "¡Mejor guisen a su puta madre!". Don Elías se ríe como si fuera el chiste más gracioso del mundo. Para mí lo es.
Elías de la Rosa Jáuregui
Así se llama el señor de 81 años que me corta el pelo y la barba desde 2006 en su peluquería Nunca en domingo, en Fernando Montes De Oca casi esquina con Tamaulipas, en la Condesa. Luego de responder a mi saludo en la forma habitual –"pues acá, como la mamá del muerto"– solemos ponernos al corriente. Nos tenemos cariño. Me gusta su semblanza de la colonia después de casi 50 años de trabajar en ella: "Primero judíos, luego oficinas y restaurantes y ahora gays". Una vez me contó del accidente que sufrió la hermana del ex presidente José López Portillo hace 33 años muy cerca de su antigua peluquería en la calle de Amatlán, de cuando la avenida Juan Escutia tenía camellón y del asesinato de varias mujeres una noche en Veracruz 5, a pasos del Parque España. Con los ojos cerrados y embobado por sus historias le permito arreglarme el bigote a su manera. Al final me ofrece alcohol para el cutis irritado –"¿se lo unto o se lo toma?"–, le pago y nos damos un abrazo. Pero antes me cuenta su chiste favorito, sin falta. Resulta que unos invitados llegan a la casa de un matrimonio que no tiene comida para ofrecerles, así que deciden guisar al perico. El perico escucha, y contesta: "¡Mejor guisen a su puta madre!". Don Elías se ríe como si fuera el chiste más gracioso del mundo. Para mí lo es.
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