La quiero tanto. Está conmigo desde 2005, cuando vivía en el departamentito de la calle Ometusco. Le encanta mirar a la gente desde el balcón, pero sobre todo que la miren. Me pregunto si también ella padece el escándalo que producen los músicos callejeros en Regina de unos meses para acá. A un lado aparece su nueva amiga: la plantita que me regaló Uriel en el Vive Latino.
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