Con la muerte de César Arellano, fotógrafo y creador del blog Diario de fiestas, se confirma el final de una etapa para un sector muy específico de noctámbulos defeños que comienzan a cumplir 30 años, casarse, irse de la ciudad o desaparecer súbitamente de las celebraciones. Es inevitable relacionar el trágico suceso del 14 de febrero en la Condesa con el fallecimiento del jovencísimo diseñador de moda Queztal hace tres años. Ambos formaron parte de una misma generación que afianzaba su identidad en pasarelas, inauguraciones, conciertos y cualquier evento festivo en Romacondesa que exigiera ir vestido decorosamente, o mejor dicho de manera estridente –en 2006 era lo habitual. César entendió bien el tono de aquel tiempo e inteligentemente comenzó a retratar a sus protagonistas al estilo del blog neoyorquino The Sartorialist. Era una escena pre hipster, maquillada y eufórica la que podía apreciarse en Diario de Fiestas. Por otra parte, no era común ver gente sonriendo. Pero eso ya terminó, igual que la década, los after hours y la fiebre por la ropa vintage. La última vez que vi a César, a finales del año pasado, fue en la cicloestación de Fernando Montes de Oca. Comentó de forma breve y casi cortante que se había acordado de mí leyendo una biografía de Hernán Cortés. Me quedé con ganas de topármelo otra vez para preguntarle a qué se refería. Ahora tendré que averiguarlo yo solo. Su trato era generalmente tímido, al menos conmigo. Se le notaba más cómodo observando que bailando, bebiendo o conversando, y sin embargo su persona estaba súper vinculada con fiestas salvajes y exclusivas, de las que ciertamente formaba parte, aunque sin caer en la trampa. Me pregunto qué haría César en esta nueva Ciudad de México de bicicletas, Ray-Ban y Foursquare. Quizá lo mejor fue irse de la fiesta a tiempo, como solía hacer.
Publicado en la columna "Sic transit gloria noctis" de la edición de abril de 2011 de la revista Dónde Ir.
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