"Había y hay todavía en esta ciudad muy hermosas y muy buenas casas de señores, tan grandes y con tantas estancias, aposentos y jardines, arriba y abajo, que era cosa maravillosa de ver. Yo entré más de cuatro veces en una casa del señor principal, sin más fin que el de verla, y siempre andaba yo tanto que me cansaba, de modo que nunca llegué a verla toda. Era costumbre que a la entrada de todas las casas de los señores hubiese grandísimas salas y estancias alrededor de un gran patio; pero allí había una sala tan grande que cabían en ella con toda comodidad más de tres mil personas. Y era tanta su extensión que en el piso de arriba había un terrado donde 30 hombres a caballo pudieran correr cañas como en una plaza."
Fuente: El conquistador anónimo (Editorial América, 1941).
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