Abel Quezada
Mis papás tenían un librero en su vestidor. Ahí descubrí de niño El mejor de los mundos imposibles. Entendía poco, pero me divertía mucho. El sábado, y también el domingo, visité la exposición en el Museo de la Ciudad de México y reviví aquella diversión, esta vez con mayor entendimiento. La recomiendo un montón.
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