Gina


En San Pancho la llaman Regina. Está cambiadísima, pero no. Consiguió una casa preciosa y enorme para quedarnos, a tres cuadras de la playa. Cada noche nos visitó y compartió algo más que su tiempo y hermosa mirada. Recuerdo la conversación de las golosinas y su potente risa que estalla desde el silencio. Qué gusto.