Teresa
Estábamos en Alameda, visitando a la familia de Sagrario, prima de mi mamá, y comiendo borrachuelos. Entonces mi tía abuela contó con su voz infantil cuando mi abuela escondía sobre unas vigas de madera las cartas que le escribía un novio. Un día los ratones se las comieron y ella culpó a Teresa. Tardó años en descubrir la verdad.
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