La tolerancia
No soporto que coman en la oficina, cerca de mí. Pero me aguanto y no digo nada; seguro que a algunos compañeros de trabajo les molestan ciertos hábitos míos como comerme las uñas o estar todo el tiempo con los audífonos puestos, y nadie dice nada. Somos educados. Además nos llevamos bien. Aunque, ¿no resultaría más educado que las personas nos comunicáramos las cosas que nos enfadan? Quizá, pero ¿para qué? Eso le produciría mucha angustia a un montón de gente. Sin embargo, quedarse callado igual. En todo caso, le encuentro más sentido a controlarse a uno mismo y ya, sin que los demás importen demasiado. Al final todos somos un poquito intolerables. Así que entre menos cerca estemos los unos de los otros, menos necesidad tendremos de soportarnos. Y así hasta volvernos ascetas y sólo nos quede tolerar nuestras propias existencias, lo que tampoco es fácil. Y, de hecho, de eso se trata.
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