Un derviche se pasaba las noches rezando y experimentando grandes éxtasis. Una noche, uno de sus hijos le preguntó si podía quedarse a velar con él. El padre aceptó y entones el pequeño pudo acceder a los misterios divinos. Sin embargo, al romper el alba el niño miró a sus hermanos dormidos y tiró a su padre de la manga diciendo: "Me gustó mucho esta noche de vigilia, pero ahora siento pena por mis hermanos, a quienes el sueño privó de tantas bellezas". El padre respondió: "Hijo mío, si le concedes tanta importancia al sueño de los demás, es mejor que tú también te quedes en la cama".
Fuente: Cuentos de los sabios judíos, cristianos y musulmanes. Jean-Jacques Fdida. Editorial Paidós. Barcelona, 2007.
|