Había una vez un derviche que vivía como ermitaño en el desierto. Profesaba un riguroso retiro, vestía una túnica inmaculada y tenía una larga barba blanca que peinaba cuidadosamente todos los días. Sin embargo, este derviche tenía un problema: nunca había tenido una visión celestial. Un día, en un golpe de suerte, vio pasar a Alí, el yerno de Mahoma, y le interpeló: "¡Alí!, ¡Alí! Mira, vivo en la pureza y el ascetismo, y sin embargo nunca he tenido una visión celestial". Alí lo observó atentamente y respondió: "A mi parecer, no tienes ninguna visión celestial porque te ocupas demasiado de tu barba". "¿Qué?", dijo el derviche arrancándose la barba a mechones. "¿Que no tendré una visión celestial porque me ocupo demasiado de mi barba?", exclamó. Y Alí le respondió: "¿Lo ves?, lo has vuelto a hacer".
Fuente: Cuentos de los sabios judíos, cristianos y musulmanes. Jean-Jacques Fdida. Editorial Paidós. Barcelona, 2007.
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