La casa de Juan Bobadilla

Yo tenía 16 y la mayoría de ellos como 30, pero nos entendíamos muy bien. Casi siempre avisaba en mi casa que iba a una fiesta de 15 años (vaya excusa, eh) porque no me atrevía a decir que me reuniría con un grupo de "señores" a beber alcohol y fumar mariguana. Bueno, yo no fumaba porque me daba miedo. También me asustaba el rumbo: un fraccionamiento cerca del centro comercial Villa Asunción (vaya nombre, eh), en la capital de Aguascalientes. Sin embargo a mí no me importaba caminar por esas calles oscuras y raras, de traje por aquello de los 15 años, con tal de llegar a casa de Juan cada vez que nos convocaba a una renión. Algunos de los invitados formaban parte de un grupo llamado Mesías, que a mí me volvía loco. También solían ir la entrañable Margarita y su hermana, José Manuel, Adriana y tres o cuatro más. Gracias a esos amigos "alternativos" conocí a Nietzsche, Nina Hagen, Lovecraft, David Bowie y varias "rarezas" culturales que cambiaron mi reducida vida tan cerquita del Opus Dei. Pronto comencé mi propio fanzine y después un programa de radio que duró seis años, también hubo clases de teatro. Qué bien la pasábamos en esas fiestas, y cuántas cosas aprendía; conversábamos durante horas sobre música y cine, nos reíamos un montón y generalmente salía de ahí con algún disco de vinilo que me prestaba Juan. Todos eran lindísimos conmigo, y recuerdo cómo me consolaba Adriana cuando me quejaba por llevar una vida entre numerarios y "fresas". Una vez regresé a la casa alrededor de las cuatro de la mañana y mis papás se enojaron mucho conmigo, habían ido a buscarme a los hospitales y todo. Un drama. Pero yo me fui a la cama súper contento: me sentía tan adulto.