Las religiones

Nada dura, esa es la única constante. Entonces, cuando la comodidad termina sentimos dolor, y cada vez que lo incómodo desaparece nos aliviamos. Lo primero, por supuesto, es lo que más se nota, pues la ausencia de luz siempre impresiona más que la ausencia de oscuridad (somos demasiado sustanciales, no podemos evitarlo). Y así permanecemos desde que adquirimos sustancia animal y hasta que regresamos a la mineral, sin acostumbrarnos ni un solo día. Así pues, la energía destructora nos conmociona sobremanera, y sobre todo nos extraña. "¿Por qué?" es la pregunta más veces formulada, y al mismo tiempo la única que no tiene respuesta. Se trata de una reflexión frustrante que, si bien no desemboca nunca en nada, abre una veta interesante: la de las posibles soluciones, o pistas; todas muy inocentes en medio de la enorme noche que lo apaga todo. Estas velas casi imaginarias que intentan guiarnos, o por lo menos distraernos, en lo que amanece de nuevo son las religiones. No ofrecen nada al pretender ofrecerlo todo. Los cultos son atajos que al final resultan laberintos cerrados, o placebos tan amargos que nos hace olvidar el malestar original. ¡Pero qué hermosos son! La vida es un valle de lágrimas, sí, pero sus balsas son de primera.