Héctor Segura

Así se llama la persona que me llamó anoche a la casa después de encontrar mi número en la base de datos de HSBC (él trabaja en una sucursal). "¿No te acuerdas de mí?, ¡éramos amigos en la primaria!" Dios, vaya sorpresa. Esos reencuentros no ocurren todos los días. Héctor y yo estudiamos juntos entre 1991 y 1993 en Córdoba, Veracruz; ambos odiábamos las clases de educación física, y sobre todo el futbol. Creo que por eso nos hicimos amigos. Él me recordó cuando nos ponían de defensas, y nosotros preferíamos esquivar el balón cuando este se acercaba. También tenía presente mis ataques de risa en el salón, y al hermano Lázaro, por supuesto, que durante las clases de dibujo ponía un casete con la música de Cats (¡en español!). Qué tiempos tan húmedos, y pálidos. Por alguna razón subconciente, casi nunca pienso en los tres o cuatro años que viví allá. En fin, Héctor y yo hablamos cerca de una hora, y yo decidí visitarlo pronto (no he regresado desde que me fui, en 1994). Después de colgar, busqué en Facebook a mis ex compañeritos de La Salle, y descubrí que todos lucen súper señores. ¿Pensarán ellos lo mismo de mí? ¿Qué diferencia habrá entre la edad y la nostalgia? Seguramente la misma que hay entre ellos y yo. Ninguna.