Tengo más recuerdos que en mil años de vida, como Baudelaire. Sólo que, en mi caso, por cada recuerdo existen 77 pendientes sin emprender o terminar. Y, aunque estos lucen como murallas, yo los pienso más como peldaños que, además, siempre termino escalando. Para mí no existe otra opción: sólo así he logrado ejercitarme lo suficiente como para que mis recesos no duren más de una tarde, un fin de semana acaso. En días como este, me entran ganas de enterrar mi imaginación y mis recuerdos, como Rimbaud. Y también mi Moleskine roja.
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