La Roma provoca

Me citaré: "En esta ciudad, si quieres algo tranquilo te quedas en tu casa y ya". Eso lo escribí ayer mismo, pero por la noche ya lo había olvidado. Después de ensayar un rato en su casa, Dorian y yo emprendimos un paseo por la Roma. La idea era discutir algunas ideas sobre nuestra presentación de mañana, y dormirnos temprano. Pero, claro, terminamos en la inauguración del Imperial. Qué fiesta. Ahí estaban los bar flies habituales, y también una horda extraña que parecía extraída del Bar Provoca (tipos con gel, imitaciones de Rihanna, emos de avanzada; gente así). Conocí y amé a Moli Moli, chismeé con Lorena, parloteé con ese escritor catalán que siempre está en todos lados, brindé y brindé con algunos compañeros de trabajo de Dorian y acepté todas las cervezas que me obsequiaba el ex mesero del Non Solo Panini, ese que habla como en portugués. Recuerdo a dos DJs: uno mayor y otro que lucía como su nieto. Ambos increíbles. ¿Y qué decir de la decoración del lugar? Cuesta trabajo pensar que alguna vez estuvo ahí el Piraña. Empiezo a sentirme viejo, o por lo menos demasiado dosmilero. Necesito pasar a la siguiente década con gracia; y en la Roma, obviamente. Tal vez empiece hoy, que se repite la fiesta (!) en el mismo lugar. ¿Iré?