Un sueño
Esta madrugada, mientras Fortina rascaba incesante y ruidosamente la puerta de mi habitación, soñé que mi jefe me presentaba a un corrector de estilo que, a partir de ese momento, trabajaría con nosotros. Usaba lentes, era moreno y hablaba un poco de alemán. "No lo puedo creer, todos los correctores de estilo se parecen", le decía yo a mi jefe. Y entonces ambos lucían igual.
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