Un desencuentro al descubierto


Hace tiempo, a lo sumo el año antepasado, soñé que fotografiaba una pintura en donde aparecían el rey Salomón y la reina de Saba; pero el retrato estaba incompleto. Después, alguien me compartía la parte que a mí me faltaba. Pues bien, hace como dos meses tuve la oportunidad (el atrevimiento, en realidad) de conocer una capillita etíope en Jerusalén. Y ahí estaba este cuadro que ilustra el encuentro entre Shlomo y Balkis; una pintura rara. Hoy descubrí que, también en febrero de este año, Fredy Ross tomó una foto similar, y ahora entiendo que mi sueño se había cumplido sin que yo me diera cuenta (durante esos días mi conciencia se encontraba fija en los espejismos de la nieve). Finalmente, me pregunto si la vela que coloqué ahí para pedir por los viajeros solitarios es una de las que se ven en el retrato de Fredy. Hay cosas que se descubren tarde, pero hay otras que nunca se saben. Como el destino de la reina de Saba.