
Esta la tomé cuando estábamos a 1,000 metros por encima del desierto de Nuevo México.

Habernos atorado entre las ramas, en la ribera del río Grande, no fue muy gratificante. Bueno, en realidad sí.

Nuestro reflejo, a pocos metros del río.

El río Grande. Vaya que era grande, aunque no demasiado profundo.

El aterrizaje fue casi tan emocionante como el despegue. Y también un poquito más violento.

Esto parece la publicidad de alguna marca de impresoras, pero no lo es.

Esto parece la publicidad de alguna marca de relojes, y sí lo es.

Algunos segundos después de despegar.

Los primeros globos que despegaron, al amanecer.

En el Albuquerque International Balloon Fiesta había más de un millón de espectadores.

Laura, Mariana, Diego y yo después de aterrizar.
|