¿Mala influencia yo?

Las mamás de algunos de mis ex amiguitos de la secundaria y prepa me odiaban. Pensaban que yo era una mala influencia para ellos. Bueno, en realidad no me odiaban, pues me veían blanquito y castaño; pero digamos que preferían verme lejos de sus hijos. Qué bueno que no alcancé a influirlos lo suficiente; de lo contrario, ahora serían independientes y tendrían vidas productivas. Pero no: casi todos siguen viviendo en casa de sus mamás (para beneplácito de ellas, desde luego), a sus 27 o 28 años. Es chistoso darse cuenta de que la peor influencia terminaron siendo sus propias madres. Como que dan ganas de escribir una fábula al respecto.