Con los pantalones necesarios para postearlo
Desde que puse un pie en el HSBC de Nuevo León y Campeche, noté que todos miraban mis nalgas. De hecho, pude descubrir, a través del reflejo de una ventanilla, a una señora que señalaba mi trasero mientras se secreteaba con su acompañante. Saliendo de ahí, mientras esperaba un taxi para irme a trabajar, lo mismo, todos se fijaban. ¡Por Bafomet, si yo nunca he tenido nalgas! Algunos minutos después, entrando a la oficina, me di cuenta de que no le había quitado las etiquetas al pantalón que estaba estrenando. ¡Mecachis!
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