Any second now
Le doy play al último disco de La habitación roja y trato de ignorar el ruido del taladro que lleva toda la tarde atacándonos desde la recepción. Ya casi anochece y aparentemente sin venir al caso me he puesto a pensar en esas caminatas sobre un Periférico sur ardiente y en ruinas, en el aroma de la loción que usé durante el verano anterior y en los ojos rojos de la compañera de trabajo número nueve. De pronto me acuerdo de las fondas, el coraje, el segundo álbum de Belle and Sebastian, los taxis sobre Vito Alessio Robles, la profunda tristeza en los pasillos del Tower Records de Altavista, las carcajadas por Chimalistac, la canción que escucho ahora mismo (la cuarta del disco), la puta Garamicina, las confesiones en la ostionería Mazatlán, los tumultos en el metro Miguel Ángel de Quevedo, la casa de Linda Cruz, el eslogan baboso para el IFE, las flores que compré en Revolución y Avenida de la Paz, las citas en el McDonalds de Plaza Inn... Son las 18:50 y ya me quiero ir.
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