Una conversación con Xavier Velasco

Como todos los niños que sólo meten goles en su propia portería, Xavier Velasco vivió una infancia hostil. No tuvo amigos en la escuela y su mejor compañía fueron las empleadas domésticas de su casa, con quienes coreaba canciones de Leo Dan y José José. Un par de lustros más tarde, comenzó a escribir en revistas de rock, al tiempo que practicaba las temerarias artes del paracaidismo, el motociclismo y la publicidad.

Esa nueva vida lo llevó a la crónica de antros, donde tuvo la oportunidad de reventarse con sus nuevos amigos, entre los que figuraban Paquita la del Barrio, Saúl Hernández y Paco Huidobro. Hace un año, el señor Velasco se convirtió en el segundo mexicano en recibir el premio internacional Alfaguara de novela (la primera fue Elena Poniatowska), gracias a un libro de quinientas páginas en donde narra las aventuras de Violetta, una quinceañera clasemediera que le roba a sus padres cien mil dólares para fugarse a Nueva York y prostituirse con cinismo y rebeldía al ritmo de la coca y acompañada por "The Passenger" de Iggy Pop.

Si has leído con atención las 183 palabras anteriores, es muy probable que te interese leer Diablo Guardián (Santillana, 2003), o por lo menos la siguiente entrevista, realizada en una bonita casa de Tetelpan sin muebles, frente a un montón de discos brasileños y un perro enorme de los Pirineos que no paraba de olisquear mis piernas temblorinas.

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