Carne de la intriga casquivana

Esta mañana estuve con un grupo de guiris. Fuimos a la basílica de Guadalupe (donde también vi a Charbel, cabe decir) y después a la bonita metrópoli teotihuacana. La guía de turistas era tosca y amable al mismo tiempo, lo cual fue fabuloso pues mucho tiempo creí que yo era el único ser humano que compartía ambas cualidades de manera simultánea. "Tú sí eres de aquí, ¿verdad?". "Sí y me encanta vivir en el de efe". Entonces, un colombiano me preguntó, confiando más en mi amabilidad que en la tosquedad de la guía, que cuántos pobres había en esta ciudad. "No lo sé, pero en todo caso la pregunta sería: ¿a qué le llamas pobre?". Esa fue mi ingeniosa respuesta. Vaya. El colombiano insistió con la pregunta, pero esta vez a la guía. Ella se limitó a gorjear alguna hipótesis complaciente.

Ahora, alone in my room, miro el reproductor DVD marca Yamakawa que me gané en una rifa de mi ex oficina y lo entiendo todo. Veo atrás, y encima de la cabecera de la cama puedo ver a Guadalupe con esos ojos semi cerrados que tanta pereza me provocan. La guía se parece a ella, ahora que me fijo. Vuelvo a mirar el aparato Yamakawa y vuelvo a entenderlo todo. La pobreza...