A dreaded sunny day

Después de conocer el mercado de pulgas de La Cibeles y el de Álvaro Obregón, caminé por las calles de Tabasco y Orizaba, atravesando la plaza Río de Janeiro, en la colonia Roma. Compré un libro usado de masonería, un video disco pirata de los Beatles y una chamarra de mezclilla en la que escatimé. ¿Qué placer más grande puede existir en un sábado así? A partir de hoy, ya no quiero malas noticias, por favor.