Los discursos burocráticos
Hay discursos inútiles, injustificados y abigarrados por doquier. Ignoro si se trata de un fenómeno contemporáneo, pero pareciera que últimamente, la expresión oral se ha vuelto más burocrática. Yo creo que es más bien una cuestión de edad: entre más crece uno, más trámites verbales hay que soportar.
Esta mañana escuchaba a un profesor que hablaba con ese desdibujado acento español (el que usaban los personajes de las películas mexicanas en blanco y negro, especialmente Sara García —acaban de decirme por el MSN que era lesbiana, je—). Este profesor leía la regulación que Alfonso el Sabio propuso al respecto de las primeras universidades. El texto era diáfano, vehemente y elegante; era sencillo. Como los articulitos de Guadalupe Loaeza: limpios, llanos y significativos. Una maravilla.
Llegando a mi casa, no evité la tentación de hojear esos libracos de mi papá sobre globalización y política del tercer mundo. Zzz. Me hizo recordar a los malos maestros que dicen y dicen, y no dicen nada, o a los mensajes políticos, las ruedas de prensa, los periódicos declaracionistas...
La redacción se ha vuelto sucia, yo mismo lo soy. Por favor recuérdenme a don Alfonso cuando empiece a ponerme pesado.
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