Reseña del nuevo disco de Radiohead
Un notable granizo hi-fi de de guitarras.
Aunque muchas veces no se note de inmediato, existen diferencias entre los discos aburridos, los tristes y los lentos. El Hail to the thief (EMI, 2003) de Radiohead es un álbum difícil. Y, por lo general, un álbum difícil representa un sofisticado bricolaje integrador de los tres epítetos juntos. Lo cual no es necesariamente malo, ¿o sí?
Comenzaré con el cliché mejor documentado del grupo de Oxford: la música de Radiohead ya no es la misma después del Ok computer (EMI, 1997), disco que fue considerad por mucha de la prensa especializada como el mejor de la historia pop, dejando abajo hitos como el Revolver de The Beatles o el Ziggy Stardust de Bowie. Por alguna extraña razón, esta condecoración los hizo cambiar sus guitarras por aparatos mucho más caros… y aburridos. Dejaron sus dedos tranquilos de los cayos y lanzaron un par de discos experimentales tan impopulares como pretenciosos.
Pero tocar la guitarra es como nadar, andar en bicicleta o escribir: nunca se olvida (bueno, escribir sí) y siempre quedan ganas de hacerlo de nuevo. Es así como la banda de Thom Yorke volvió a las andanzas guitarreras en un tiempo en el que una guitarra eléctrica, un aparato DVD y un celular fashion valen prácticamente lo mismo. Corre el rumor de que el Hail to the thief es un regreso a The bends (EMI, 1994), pero a mí me parece que en este nuevo disco ya no es tan clara la emoción del refinado espíritu punk que había en canciones como “My Iron Lung” o “Just”. Maduraron, pues; una lástima para muchos de sus clientes.
Una amiga dice que este disco es el eslabón perdido entre The bends y el Ok computer, lo cual suena muy ingenioso. De todos modos, mi amiga es muy sofisticada en sus comentarios, así que no se fíen mucho; en realidad este disco no tiene tanto que ver con aquella placa del ’94. Esta vez, Nigel Godrich (el Brian Eno de Radiohead) se dedicó a preparar junto con el grupo una producción impecable y bien hecha, aunque un poco excesiva en cuestiones de non sense y Big Brother.
Destacan: “Where I End And You Begin”, “Myxomatosis” y “Scatterbrain”, canciones hi-fi llenas de significado. Para concluir, el Hail to the thief, con su bonito empaque, es casi casi un disco para los fans, o en otras palabras, una tarjeta amarilla para la disquera.
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