Crazy days. El viernes estuve en casa de no-sé-quién, frente a la gasolinera de la avenida Veracruz, hasta las cuatro y media de la mañana, parloteando sobre el temblor del 85, el look alternativo de los albinos, los procesos laborales en la cocina de Le Cirque y cientos de temas por el estilo. Bebí vodka, no me emborraché, reí como hace tiempo no lo hacía y me dio gusto compartir la noche con un puñado de desconocidos. El sábado, por su parte, me dediqué a explorar ciudad Neza, de noche. Brr. Y ayer sólo dormí, vi Amélie y preparé una sopa de pollo con champiñón, mmm. Pero hoy sucedió lo más interesante: me gané una herencia en Togo e iré hasta allá a recogerla. No, no bromeo.