Ese sábado llegué con mi camisa blanca Diesel (sí, Astrompeta, otra vez esa camisa) a la esquina de Amberes y Paseo de la Reforma y ahí me encontré con el fotógrafo y su mujer, de nombre Judith (pronúnciese "judith" y no "yudit"), con quien establecí de inamediato toda suerte de conversaciones burlonas, aderezadas por la simpatía, el cinismo y todo eso que comparten dos colegas de la misma profesión y edad emocional. Únicamente emocional, porque en el plano cronológico ella tenía 37 y yo 24.
Durante aquel encuentro, platicamos acerca de nuestros hogares infantiles, trayectoria profesional, deseos no cumplidos y hasta del Crimen (así, con mayúscula), ese que todavía no había cometido y que en realidad nunca cometí. También me habló de su mejor amiga, la hermosa e infantil (que no pueril) Laura. Las dos constituyen, juntas y por separado, el ideal de mujer independiente, hábil, experimentada, capitalina, próspera e inquieta. ¡Por Melquisedec, cuántos adjetivos! Il faut garder les mots, pues ambas se dedican al lado más nerd de la labor editorial, como yo mismo. Y sin embargo, los tres sabemos reír. Podríamos dar clases.
El verano otra vez, una temporada que volverá a acabar, pero no esta noche, la más corta del año, en la que habré de soñar con las dos amiguis más estivales que tengo. ¡Feliz cumpleaños a ambas!
Frases célebres de Judith:
"¿Por qué demonios tengo que dar a luz casi al mismo tiempo que Mónica Braun?".
"Hoy descubrí que no hay nada más hermoso que sentir un corazón latiendo dentro de ti".
Frases célebres de Laura:"Las cremas para la cara son el único gasto del que nunca me he arrepentido".
"La peor cabeza que he puesto en el periódico ha sido 'La magia del circo'".
Aquí los tres sin bañar en El Habana de la colonia Juárez.
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