A new career in a new town

Me ha ocurrido en Kensington, en el centro de Guanajuato y en varios puntos de la ciudad de México. Conque soy capaz de entender la desesperanza que produce estrellarse contra una colectividad enteramente nueva, compuesta por aromas limpios, ventanas iluminadas y rutinas ajenas. Cuesta. A uno lo ataca la idea de que ninguna persona se pone a pensar en los que nos hemos enfrentado a noches sin luz y a solitarias caminatas por calles que se antojan aún improbables, aun inaproximables. Nocturnas per se. Hoy he querido pensar en la gente que se atreve a exponerse a ambientes de transición, porque intuyo que en estos momentos debe haber algún lector que se encuentra adolesciendo las desmañanadas aristas de la novedad. Terminará por estar contento(a), iluminando el planeta con una lucecita más. Yo ya lo estoy, yo ya lo hago. Y también cuesta. Pero esta vez es cuesta abajo.