Nochebuenas, bufandas y un montón de pereza en la oficina. He aquí la época navideña y consigo, las convenciones a las que nos hemos acostumbrado, como pueden ser las felicitaciones por correo electrónico, esos ubicuos mensajes colectivos a través de los cuales se nos desea una feliz navidad o una felis nabidad, depende. La verdá es que yo no suelo enviar esa clase de mails (o bueno, quizá dos o tres en momentos de ocio), por lo que esta vez he preferido publicar lo siguiente.
Sé que varias de las personas importantes de mi vida leen este blog, así que aprovecho para hacerles saber que las tengo presentes durante esta transición de año. El 2004 fue auténticamente especial en mi vida. Aprendí, desarrollé y aclaré varios aspectos de mi persona y de mi entorno. Doce meses de perseguir la lucidez. Rimbaud hablaba de la locura procurada y eso estaba bien en la prepa, pero ahora soy más fan de la sensatez procurada. Deseo agradecer a las personas que me han ayudado a reconocerme otra vez en esta ciudad, ustedes saben quiénes son, aunque tal vez ignoren de qué manera han colaborado con esta sensación de estabilidad y bienestar con la que termino diciembre. Un empujoncito de su parte, un aventón, un café, alguna información... Everything counted in large amounts. Soy mucho más grato y conciente de lo que parezco. Y también más bobalicón. Gracias a mi familia, a los editores que han creído en mí y a las personas que me han demostrado su afecto y calidad humana. Merci a los blogueros, a los compañeros y jefes con los que trabajo, a mis vecinos y a aquellos tipos y tipas con quienes he perdido el contacto. Por una parte, parece que el año se fue rápido, pero por otra parte, me doy cuenta de la cantidad enorme de decisiones y circunstancias que experimenté y no puedo evitar sentirme overwhelmed. Discos, libros, ligues, revistas, decepciones, audacias, calles y triunfos.
Si 2004 fue el mejor año de mi vida, en el 2005 tendré la mejor vida del año.
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