Las diez cosas que jamás pensé que me harían falta

1. Una scotch brite. ¿O cómo diablos pensaba lavar los trastes? Un momento: ¿voy a lavar los trastes?

2. Un insecticida. Aunque sea para disimular el desagradable olor a encierro que tiene el departamento.

3. Focos. Imagínenme en la regadera, de noche, mientras un foco se funde. O bueno, mejor no lo hagan.

4. Bicarbonato de sodio. Quesque para que el refri no huela feo.

5. Aceite para cocinar. Pero ahora que alguien me explique cómo abrir el tapón de la botella de Oléico.

6. Destapa caños. A todo se acostumbra uno, menos a dejar de comer. Y a dejar de hacer mucho popó después de comer mucho.

7. Azúcar. Esto impide, sin embargo, que haga uso del cliché de clichés: ir con el vecino a pedirle una tacita de azúcar. Le pediré la tacita sola, al menos.

8. Cerillos. ¿O cómo diablos pensaba prender la estufa? Un momento: ¿pienso usarla?

9. Clavos. Para colgar el sinfín de cuadros que ocultarán las manchas de la pared.

10. Un gatito. Pero no importa, ya encontré uno que es muy juguetón y al que no tengo que alimentar.


Vamos a ver... ¿De verdad me hará falta la cosa esa para limpiar excusados?