Un Gael poco gaélico, un Almodóvar muy almodovaresco



El hecho de que Gael tenga un Estuary irreprochable no quiere decir que sea capaz de emular el acento gallego con decoro. Asimismo, el magnífico porte que proyecta vestido de mujer (o bueno, de travesti, mejor dicho) no necesariamente lo convierte en un actor con capacidades travestibles. Quizá se deba a la naturaleza tripartita de su personaje, pero a mí me parece que éste no termina de adquirir una consistencia plausible. Digamos que me quedé con ganas de verlo terminar esa versión de "Quizás, quizás, quizás", al menos. Por otra parte, La mala educación deja la impresión de haber querido llenar gratuitamente el espacio con música, cual película mexicana promedio. Sin embargo, no nos confundamos, esta faux autobiografía posee un encanto deliciosamente almodovaresco que no tiene desperdicio, ya saben: el exceso de rojos, la religión, los dramones familiares, las despedidas, la audacia de los personajes y muchos otros trademarks que siempre le funcionan al manchego. La interpretación del omnipresente Fele Martínez, una maravilla. ¿Gael? Bien, a secas. ¿Giménez Cacho? El mejor. ¿El guión? Muy inteligente, a pesar de algunos parlamentos. ¿Mis lectores? Bien buena onda porque siempre dejan comentarios. Nomás no se pasen de bordes, que borro sus opiniones.