2806041930

Cuatro vasos de cerveza en el Pata Negra bastaron para apaciguar mis nervios. La verdad es que desde que llegué a la peluquería empecé a sentirme inquieto, no sé si lo habrá notado mientras realizábamos ese trayecto inconciente por Gabriel Mancera.

Desde el jueves, yo había estado teniendo unos días harto pesados, con un indecente altero de encargos, una renuncia en puerta y un cúmulo infame de estrés y desvelo. Pero todo eso dejó de existir al menos por espacio de tres horas, durante las cuales logré entusiasmarme con escuchar y mirar, y al final, una adolescente con boina que ya había visto en el lavabo, se acercó hacia nosotros con un dibujo en un cartón que contenía una nariz exagerada y una especie de anunciación angelical. Aunque, si quiero ser justo, debo decir que el verdadero arcángel de toda esta historia se llama Judith (pronúnciese judit y no yudit).

Joven a los 36.

Dormí muy mal y no obstante puedo sentir paz en mi estómago y en mis ojos. Y una emoción que se parece más a la que se sufre en la nochebuena que a la que se disfruta en la nochevieja. Y no, a mí nadie me ha regalado ni una Cherokee ni tampoco podría comprar una. La línea tres, por más fea que resulte, me ha funcionado de maravilla.

Benditos San Pedro y San Pablo.