Las disqueras y los mercadillos
In memoriam Suave Records
Ayer por la tarde, mientras mis amigos hacían popó en un restaurante del centro de Zacatecas (¿hay en Zacatecas otra cosa que no sea centro? je), yo los espeba afuera y pensaba en la diferencia que mantienen la vox populi con el pop populi (dije pop, no popó).
La industria musical desea conocer a sus públicos, para ofrecerles lo que éstos supuestamente piden, pero casi siempre su olfato es torpe. Magnates del mundillo musical, les recomiendo algo: visiten los mercados de la provincia profunda, especialmente en aquellos pueblecitos donde no viven más de 5 000 personas. Ahí, encontrarán formidables puestos de piratería donde conviven la banda Cuisillos con Justin Timberlake, Nelly y Beyoncé. No gasten en estudios de mercado, mejor vayan al mercado. Literalmente.
En fin, no hace falta que les aconseje nada, yo sé bien que la industria discográfica imitará cada vez más a esos mercados, y yo sufriré, pues tendré que importar más y más discos. Y no soy rico. Si lo fuera, invitaría a mis amigos al Quinta Real de Zacatecas sólo para que hicieran popó a gusto. Además, compraría esos pasteles tan feítos que venden los ancianitos pobres de puerta en puerta (si alguna vez termino como ellos, no sean gachos conmigo), y liberaría a ese borrego que explotan en la alameda zacatecana. Ricos del mundo: HAGAN ALGO. Y si trabajan en una disquera, MÁS AÚN.
I hope tomorrow you'll find better things
Es en serio, hay canciones que me hacen un nudo en la garganta. No son muchas, pero las hay, y casi todas son de los Kinks. Es muy extraño. "Sunny Afternoon", "Celluloid Heroes" y "Better Things" cambiaron mi preparatoria. Por esa razón, ahora soy un cursi, un ñoño, y un fan de "Don't Forget To Dance". Me gusta muchísimo.
You walk down the street
and all the young punks whistle at you.
A nice bit of old
just goes to show what you can achieve
with the right attitude.
As you pass them by,
they whisper their remarks one to another,
and you give them the eye
even when you know that you could be their mother.
You do the thing you love the most.
What separates you from the rest?
And what you love to do the most?
And when they ask me how you dance,
I say that you dance real close.
INCREÍBLE. ¡Deberían cantarla en las iglesias! De Morrissey hablaremos otro día.
Es en serio, hay canciones que me hacen un nudo en la garganta. No son muchas, pero las hay, y casi todas son de los Kinks. Es muy extraño. "Sunny Afternoon", "Celluloid Heroes" y "Better Things" cambiaron mi preparatoria. Por esa razón, ahora soy un cursi, un ñoño, y un fan de "Don't Forget To Dance". Me gusta muchísimo.
You walk down the street
and all the young punks whistle at you.
A nice bit of old
just goes to show what you can achieve
with the right attitude.
As you pass them by,
they whisper their remarks one to another,
and you give them the eye
even when you know that you could be their mother.
You do the thing you love the most.
What separates you from the rest?
And what you love to do the most?
And when they ask me how you dance,
I say that you dance real close.
INCREÍBLE. ¡Deberían cantarla en las iglesias! De Morrissey hablaremos otro día.
Reseña del nuevo disco de Bowie
A continuación, la reseña que hice sobre el nuevo disco de Bowie para la revista Sónika de octubre.
Reality.
David Bowie.
Columbia, 2003.
Nada nuevo, pero nada malo.
Si Heathen fue la hipótesis, Reality es la comprobación: Bowie decidió olvidarse del pasado para continuar madurando con una mente joven. Este no es un disco para fans, sino una íntima colección de canciones sobre las cotidianas disociaciones con la realidad. Así lo constan “New Killer Star”, cuya fuerza glam es sorprendente, “Days”, y “Try Some, Buy Some”, original de George Harrison y en la cual confirmamos que la guitarra de Alomar y el piano de Garson se resisten a envejecer. “Bring Me The Disco King” vagamente recuerda a Joy División y es quizá la mejor del este álbum producido por Tony Visconti. Con un sonido similar al de Tin Machine, Reality demuestra la absoluta vigencia de alguien que a sus 56 años sigue haciendo música sin aburrir o decaer. Si quieres sorprenderte, consigue este disco de portada adorable. (9).
A continuación, la reseña que hice sobre el nuevo disco de Bowie para la revista Sónika de octubre.
Reality.
David Bowie.
Columbia, 2003.
Nada nuevo, pero nada malo.
Si Heathen fue la hipótesis, Reality es la comprobación: Bowie decidió olvidarse del pasado para continuar madurando con una mente joven. Este no es un disco para fans, sino una íntima colección de canciones sobre las cotidianas disociaciones con la realidad. Así lo constan “New Killer Star”, cuya fuerza glam es sorprendente, “Days”, y “Try Some, Buy Some”, original de George Harrison y en la cual confirmamos que la guitarra de Alomar y el piano de Garson se resisten a envejecer. “Bring Me The Disco King” vagamente recuerda a Joy División y es quizá la mejor del este álbum producido por Tony Visconti. Con un sonido similar al de Tin Machine, Reality demuestra la absoluta vigencia de alguien que a sus 56 años sigue haciendo música sin aburrir o decaer. Si quieres sorprenderte, consigue este disco de portada adorable. (9).
La marihuana y Sin bandera
— ¿Seguro que no quieres?
— Sí, en serio, yo no le entro a la marihuana.
— ¿Y por qué no?
— Mmm. En realidad, no sé... Y tú, ¿por qué fumas?
— Para sentir la realidad de un modo más... elevado.
Je. Bueno, al menos tuvo una respuesta. Sin embargo, yo me sigo preguntando por qué no me drogo. ¿Será la moralina adquirida durante mis años preparatorianos? ¿Habrán sido las campañas contra las drogas por parte de los medios de comunicación? No puedo saber cuál es el motivo por el que no fumo marihuana. ¿Existirá alguno?
La misma sensación llegó anoche a mi cabeza mientras escuchaba unas canciones de Sin bandera. Dios mío, qué horror. En todo caso, no sé la razón por la cual odio a ese grupo. ¿Por qué prefiero escuchar una canción de Neutral Milk Hotel llamada "Two Headed Boy"? ¿Por qué mis gustos son así de perversos?
Quisiera que la gente fuera abierta, en lugar de auténtica, que no existieran problemas como esos, pero yo mismo los tengo. Grr.
— ¿Seguro que no quieres?
— Sí, en serio, yo no le entro a la marihuana.
— ¿Y por qué no?
— Mmm. En realidad, no sé... Y tú, ¿por qué fumas?
— Para sentir la realidad de un modo más... elevado.
Je. Bueno, al menos tuvo una respuesta. Sin embargo, yo me sigo preguntando por qué no me drogo. ¿Será la moralina adquirida durante mis años preparatorianos? ¿Habrán sido las campañas contra las drogas por parte de los medios de comunicación? No puedo saber cuál es el motivo por el que no fumo marihuana. ¿Existirá alguno?
La misma sensación llegó anoche a mi cabeza mientras escuchaba unas canciones de Sin bandera. Dios mío, qué horror. En todo caso, no sé la razón por la cual odio a ese grupo. ¿Por qué prefiero escuchar una canción de Neutral Milk Hotel llamada "Two Headed Boy"? ¿Por qué mis gustos son así de perversos?
Quisiera que la gente fuera abierta, en lugar de auténtica, que no existieran problemas como esos, pero yo mismo los tengo. Grr.
Los discursos burocráticos
Hay discursos inútiles, injustificados y abigarrados por doquier. Ignoro si se trata de un fenómeno contemporáneo, pero pareciera que últimamente, la expresión oral se ha vuelto más burocrática. Yo creo que es más bien una cuestión de edad: entre más crece uno, más trámites verbales hay que soportar.
Esta mañana escuchaba a un profesor que hablaba con ese desdibujado acento español (el que usaban los personajes de las películas mexicanas en blanco y negro, especialmente Sara García —acaban de decirme por el MSN que era lesbiana, je—). Este profesor leía la regulación que Alfonso el Sabio propuso al respecto de las primeras universidades. El texto era diáfano, vehemente y elegante; era sencillo. Como los articulitos de Guadalupe Loaeza: limpios, llanos y significativos. Una maravilla.
Llegando a mi casa, no evité la tentación de hojear esos libracos de mi papá sobre globalización y política del tercer mundo. Zzz. Me hizo recordar a los malos maestros que dicen y dicen, y no dicen nada, o a los mensajes políticos, las ruedas de prensa, los periódicos declaracionistas...
La redacción se ha vuelto sucia, yo mismo lo soy. Por favor recuérdenme a don Alfonso cuando empiece a ponerme pesado.
Hay discursos inútiles, injustificados y abigarrados por doquier. Ignoro si se trata de un fenómeno contemporáneo, pero pareciera que últimamente, la expresión oral se ha vuelto más burocrática. Yo creo que es más bien una cuestión de edad: entre más crece uno, más trámites verbales hay que soportar.
Esta mañana escuchaba a un profesor que hablaba con ese desdibujado acento español (el que usaban los personajes de las películas mexicanas en blanco y negro, especialmente Sara García —acaban de decirme por el MSN que era lesbiana, je—). Este profesor leía la regulación que Alfonso el Sabio propuso al respecto de las primeras universidades. El texto era diáfano, vehemente y elegante; era sencillo. Como los articulitos de Guadalupe Loaeza: limpios, llanos y significativos. Una maravilla.
Llegando a mi casa, no evité la tentación de hojear esos libracos de mi papá sobre globalización y política del tercer mundo. Zzz. Me hizo recordar a los malos maestros que dicen y dicen, y no dicen nada, o a los mensajes políticos, las ruedas de prensa, los periódicos declaracionistas...
La redacción se ha vuelto sucia, yo mismo lo soy. Por favor recuérdenme a don Alfonso cuando empiece a ponerme pesado.
La pasión según Hermosillo
Comentarios como "¡pamplinas!, eso no es cierto" o "¿en qué estaba pensando ese mequetrefe?" no pudieron salir de mi boca ayer por la tarde durante el estreno de la nueva copia de La pasión según Berenice que patrocinó la universidad donde, hasta el próximo día 15, trabajo.
Tuve que quedarme calladito, pues Jaime Humberto Hermosillo y la protagonista (Martha Navarro) estaban sentados a dos palmos de mí. Grr. Sin embargo, no escatimé en risas (Pedro Arméndariz Jr. haciéndola de galán, a sus 35 años, me pareció insuperable, ja).
El suceso fue todo un ídem, pues durante la proyección, alguien confundió el rollo cinco por el seis, y vimos el final anticipadamente. Nos perdimos la escena del motel y la del día de campo, pero no importa porque yo quedé feliz simplemente por haber mirado un poco del Aguascalientes de hace 30 años. La expoplaza, los anillos periféricos, los pasos a desnivel... bah. Yo me quedo con el parián con arquitos, el que nunca conocí, y del cual sólo queda El danubio azul, esa tienda misteriosa donde nadie entra, donde nadie sale.
La película me gustó, a pesar de algunos diálogos y baches en el guión. Bonita película del tío de una bonita amiga. Lo que no me pareció fue aquello de "Vete a la chingada, cabrón vanidoso, te odio, pero ojalá te vaya bien" (incluso lo memoricé). Mmm. Creo que nadie obligó a Berenice a zorrear.
Comentarios como "¡pamplinas!, eso no es cierto" o "¿en qué estaba pensando ese mequetrefe?" no pudieron salir de mi boca ayer por la tarde durante el estreno de la nueva copia de La pasión según Berenice que patrocinó la universidad donde, hasta el próximo día 15, trabajo.
Tuve que quedarme calladito, pues Jaime Humberto Hermosillo y la protagonista (Martha Navarro) estaban sentados a dos palmos de mí. Grr. Sin embargo, no escatimé en risas (Pedro Arméndariz Jr. haciéndola de galán, a sus 35 años, me pareció insuperable, ja).
El suceso fue todo un ídem, pues durante la proyección, alguien confundió el rollo cinco por el seis, y vimos el final anticipadamente. Nos perdimos la escena del motel y la del día de campo, pero no importa porque yo quedé feliz simplemente por haber mirado un poco del Aguascalientes de hace 30 años. La expoplaza, los anillos periféricos, los pasos a desnivel... bah. Yo me quedo con el parián con arquitos, el que nunca conocí, y del cual sólo queda El danubio azul, esa tienda misteriosa donde nadie entra, donde nadie sale.
La película me gustó, a pesar de algunos diálogos y baches en el guión. Bonita película del tío de una bonita amiga. Lo que no me pareció fue aquello de "Vete a la chingada, cabrón vanidoso, te odio, pero ojalá te vaya bien" (incluso lo memoricé). Mmm. Creo que nadie obligó a Berenice a zorrear.